Tal vez más del 1% de la población no ha visto Star Wars y seguramente más del 1% está harto de ver durante meses, días y en las últimas horas el bombardeo de información sobre esta saga. No puedo ser completamente objetivo ya que he sido fan desde hace tres décadas pero intentaré ser lo más ecuánime en estas líneas. Comenzaré diciendo que el tiempo ya pasó, los setenta, los ochenta, el rock and roll, el new wave, todo murió, no hay más. Entonces me pregunto si acaso esta reacción desmesurada de treintones, cuarentones, cincuentones por esta serie de batallas espaciales no tiene que ver más con el anhelo de ese pasado glorioso donde las emociones eran puras y genuinas. El éxito de nuestra sociedad post capitalista resultó estar vacío y realmente nuestra vida es amarga llena de la misma política dictatorial de los setenta, crearon al héroe Godínez pero parece que él preferiría ser granjero que se convierte en Jedi y así escapar de su vida contada de 9 a 6. Venimos escuchando una y otra vez de los recuerdos de aquellos niños que a finales de los setenta entraron a una sala de cine y su vida fue conmovida con este espectáculo audiovisual que no tenía ningún antecedente parecido. Existieron las matinés con la fantasía rudimentaria del cine de piratas, Flash Gordon y cosas por el estilo pero nadie había retratado una realidad en una galaxia muy pero muy lejana. Ese joven anti-sistema apellidado Lucas lo logró, rompió el esquema y la historia, sus personajes, la fuerza de héroes y villanos se volvieron leyendas, símbolos de la cultura popular que lo mismo conviven en una caja de cereal que en juguetes o ropa. El tiempo pasó y el brillante joven creó un nuevo imperio, intentó continuar la leyenda y para entonces las legiones de fanáticos eran tan vastas que siguieron alimentando la expectación, la ilusa sensación de que todo es verdad en algún lugar del universo. El genio se hizo viejo y vendió su imperio a otro mayor, el más grande de esta galaxia para que continuarán lo que él ya no soportaba seguir arruinando. Sin embargo, como he escrito antes, vivimos tiempos donde la inocencia ya no existe ergo estamos ante un producto de mercado a punto de ser lanzado para que sea adorado como la nueva biblia multimedia. Un director fanático, amante del truco y curtido en la pantalla chica fue el designado por el imperio para escribir el nuevo texto sagrado, muchos le damos el beneficio de la duda pero ciertamente lo rodearon de artistas probados que no pueden hacer su trabajo menos que excelente. En fin, estoy a unas horas de sentarme en esa butaca a leer esa nueva piedra, consciente de que puede ser un panfleto, un engaño o sólo una historia a modo de satisfacernos como consumidores y así firmar el contrato para seguir vaciando nuestra billetera al infinito. Partiendo entonces de la no inocencia todo queda claro y no valdría la pena escribir esta diatriba pero apenas ayer algo me hizo sentir que la nostalgia convertida en melancolía puede tener un propósito. Buscando en la radio citadina que también está muerta, la única opción fue una de clásicos de rock en inglés, entre esos lugares comunes llenos de melcocha sonaron unas tres canciones que de pronto, inusitadamente me tocaron de una manera nueva. Será quizá una señal de que me estoy volviendo viejo pero sentí que efectivamente ya toda esa música murió en la frescura de su tiempo pero nuestros tercos corazones pueden revivir ciertas sensaciones cuando todo eso era nuevo. Así que eso pasa con esta locura llamada Star Wars, murió su frescura y originalidad en el tiempo donde en verdad rompió algo y despertó nuestra imaginación, pero nuestras generaciones son muy necias y fiel al comportamiento cíclico de la historia queremos asistir no al tercero, ni quinto, al séptimo despertar de la fuerza.
Escépticos, anti-sistémicos y fanáticos ortodoxos, en unas horas sabremos si lo que dice el corazón se lo han dictado o si la matiné funcionó y el entretenimiento aún puede ser inteligente para niños y adulniños, de lo que estoy seguro es que habrá diversión, que la fuerza los acompañe.