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Nos volvieron a saquear

La célebre frase de uno de tantos presidentes de cuyo nombre no quisiera acordarme sigue vigente. Y si repasamos sigue en nuestro imaginario colectivo la validez de los peores chistes inspirados en nuestras tragedias porque parece que para nosotros la historia no avanza más que en círculo. Pero en este tiempo de memoria tan fugaz como un scroll, todos hacen como que hacen, leen los tópicos de moda y los olvidan en un abrir y cerrar de ojos. Será que hasta el jefe argentino de la religión dominante tenía razón, el diablo se ensañó con nosotros y ahora somos un caso patético de nación enferma. En el concierto mundial traemos una racha de "no me gusta" en tendencia exponencial. Y somos tan paradójicos de nacimiento que por un lado Hollywood se rinde dos años seguidos a dos directores nacidos en esta tierra y por el otro, nuestros medios muestran cada día atrozmente su asociación con el gobernante en turno. Que sepamos de una propiedad digna de la realeza, que viajen precisamente a saludar a sus colegas de noble pedigrí, que se ha oficializado la corrupción y nada vale que se ventilen los escándalos porque se puede correr a los que descubren el engaño. En este inicio de año conocimos otras realidades tan lejanas del oropel como el abandono de una parte de la Central de Abasto o la caída literal de la casa de la Filarmónica de la ciudad que ahora en su nomadismo hasta ofrece gratis su arte. Por aquí y por allá los coyotes están sueltos y a partir del regreso de los tricolores al mando el lema es sálvese quien pueda o robe hasta donde no lo cachen al fin hasta se silencian soplones. Somos nación adolescente, de ganado improductivo, maquilador mediano, oficinista imberbe, estudiantes rijosos y desaparecidos, sí la inteligencia está desapareciendo, la han saqueado. No hablemos del petróleo o el agua, estas tierras ya tienen nuevos dueños pero en verdad quién asumirá la respuesta civil de un tiempo tan aciago. Las redes y las calles condenan que fue el poder quien se llevó 43, quien sacó a Aristegui y unos a otros se contagian de la esperanza de esta masividad virtual. Cuando despertemos del sueño tal vez veamos que es un espejismo aún, que somos un pequeño porcentaje fanático de la libertad porque hasta mataron al rock. El latino ya no vive, ese festival murió de indigestión alcohólica, el silencio y el clamor de "la banda" ya tiene marca, son los mismos diciendo lo mismo haciendo creer que algo se liberará con un hashtag. Todos hemos caído en la tentación, como el que escribe, de ser opinadores, de creernos más inteligentes por un comentario certero, pero con hacerlo en realidad sólo nos hemos vuelto impostores, como medio alternativo que aún navega en las turbias aguas virtuales lo único que podemos decir es LIBEREMOS NUESTROS OJOS Y OÍDOS. Ya no hay artistas como antes, ya no hay pensadores como antes, tenemos que buscar a quienes nos emocionen y nos hagan pensar mañana, esos que hoy son anónimos, los estamos buscando.


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